Papá, déjame divertirme con el fútbol.

11.08.2015 20:48

Tú, como padre, puedes ayudar mucho a tu hijo durante un partido si te comportas con la discreción de un espectador educado. Recuerda que los entrenadores y los jugadores tienen un trabajo que realizar. No interrumpas con comentarios, insultos ni cualquier otro comportamiento que pueda desviar la atención del jugador o del técnico. Una de las enfermedades más corrientes en el fútbol base es la de los jugadores que están más pendientes de su padre que del entrenador

Mantén la buena imagen del club. Tu hijo pertenece a un club y tu, como padre, lo representas. Si insultas al árbitro, discutes con espectadores, contradices las instrucciones del entrenador, haces comentarios despectivos en voz alta…es muy probable que dañes seriamente la imagen del club de tu hijo. ¿Es eso lo que buscas? Seguramente que no pero, sin desearlo, lo consigues. 

 

Anima cuando las cosas no salen bien en lugar de recriminar los errores o criticar las malas actuaciones de los otros. Es adecuado que animes, siempre de forma discreta, cuando a tu hijo no le salen las cosas bien y que le premies su esfuerzo y su intento por hacerlo bien. Así ayudas al equipo. Ademas, se sentirán más a gusto realizando la actividad deportiva, sin presiones, sin temores a fallar y se esforzarán más por hacer las cosas bien.

 

Manténte tranquilo. Si ves que no puedes hacerlo, aléjate del lugar para no transmitir esas sensaciones a tu hijo y al equipo. Si no te controlas es mejor que no asistas a los partidos. Es una buena manera de colaborar. 

 

Delega en el entrenador la labor de educar y de dirección de equipo durante el partido. Es la forma de ayudar al entrenador para que realice su trabajo por ser el máximo responsable del equipo. 

Anima a participar de acuerdo con las reglas de juego. El fútbol tiene unas reglas y tu hijo debe aprender a respetarlas en todo momento. El partido es un gran momento para que tu, como padre, le muestres a tu hijo que hay que convivir con el reglamento y, lo más adecuado es aprender a respetarlo. Empieza tu dando ejemplo de respeto al reglamento. Tu hijo tendrá el mejor modelo del mundo para seguirlo.

 

Deja que los deportistas tomen sus propias decisiones. El que juega el partido es tu hijo y él es el que debe decidir en todo momento lo que debe hacer durante el partido interpretando lo que el entrenador le ha indicado. Nada de colocarse detrás de la portería o en la banda donde está jugando tu hijo para darle instrucciones. No sabes lo bien que le va que se equivoque al tomar por si mismo una decisión. Maduran. Crecen más rápido porque tienen que preguntarse qué he de hacer para no caer en ese mismo error.

Después del partido

Los niños le dan al partido el valor que le damos los padres. Si lo único que nos interesa es el resultado final, con eso se quedarán ellos. Si lo que los padres valoramos es el esfuerzo que hemos puesto para conseguir la victoria, eso es lo que ellos valorarán. Como estamos apreciando de forma constante, la actitud del padre es fundamental siempre. ¿Cómo nos dirigimos a ellos tras un partido? ¿cómo les miramos? ¿qué les preguntamos? ¿qué importancia le damos al resultado? 

En la Fundación Marcet aconsejamos a los padres que dejen a sus hijos disfrutar de sus emociones. No es momento para corregirles nada o explicarles cómo debía haber hecho tal jugada. No es momento nunca, pero menos ahora.

Si tu hijo se ha esforzado durante el partido, felicítale y valora la experiencia deportiva junto a él. A veces un simple abrazo cuando sale del vestuario es suficiente. Para él esto significa mucho más que todas las palabras que quizá hayas pensado decirle. De esta forma, él sabe que tu siempre vas a estar a su lado.

No discutas alguna jugada del partido con otros padres o espectadores delante de él. Deja que el partido acabe en el momento que el árbitro pita el final.

Por último, dejamos claro que tampoco es momento para hablar con el entrenador después del partido. Hay otros momentos en la semana que quizá el entrenador esté en mejores condiciones para atenderte.

Recuerda por tanto que tu hijo sólo ha jugado un partido, donde lo habrá hecho mejor o peor, habrá ganado, perdido o empatado. Habrá cometido errores o realizado aciertos pero sólo ha jugado un partido. No por ello es ni mejor ni peor persona, ni tampoco se sentirá más o menos querido por sus padres.